Lo cierto es que la idea del DLC de pago es totalmente razonable. Los desarrolladores pueden ampliar sus juegos después de sacarlos, y así redondear el producto, mientras obtienen beneficio por su merecido trabajo. Claro que la teoría y la práctica en pocas ocasiones coinciden y, cómo no, en este caso las compañías ya se han pasado de rosca.
Capcom se ha convertido en el Jack el Destripador de los videojuegos |
Dicho esto, analicemos algunos juegos de lucha y veamos la cantidad de DLC y el precio. Echemos un vistazo, por ejemplo, al nuevo Mortal Kombat X, que es la gota que ha colmado el vaso. Ni siquiera ha salido, y ya hay varios personajes que son de pago. Y lo peor es que no es el caso más ofensivo (ni de lejos), porque Capcon se ha convertido en una mina de DLC; si os gusta Street Fighter, o los crossovers del tipo Marvel versus Capcom, preparaos, porque incluyen un minijuego extra para ver cuántos dígitos de la tarjeta de crédito podéis teclear en tres segundos.
Al final el resultado es simple: o juegas una especie de demo completa, o el timo te acaba saliendo por 100€. Jugar bien a éste tipo de juegos se ha convertido en un vicio que nos hace dejarnos decenas de billetes sólo para conseguir un personaje más, mientras las compañías se ríen en nuestras caras y llegan a cobrarnos hasta por paletas de colores para los personajes. Ya no es cuestión de quejarse por la existencia de los DLC: de nuevo, la teoría es muy buena y permite evitar secuelas innecesarias. Secuelas innecesarias que siguen apareciendo, sólo que con la mitad de la plantilla de personajes bloqueada.
Las compañías tienen dos soluciones: O dejan de producir este tipo de contenido y se contentan con sacar una versión del mismo juego
Ni Mortal Kombat se salva de la amenaza de los DLC |
Me gustaría darle una conclusión decente a esta crítica, aunque tampoco es que vaya a servir de mucho. La situación actual está demasiado establecida como para cambiarla. Los usuarios no van a dejar de consumir este tipo de contenido, y no se van a hacer leyes para regular los contenidos descargables. Las compañías tampoco van a dejar de producir contenido de baja calidad a excesivo precio (aunque hay algunas excepciones que me hacen feliz, como el Tekken Tag Tournament 2, que tuvo varios DLC de personajes de forma totalmente gratuita). Así, lo único que queda es, hablando en plata, joderse, y recordar aquellos tiempos en los que un juego completo no implicaba gastarse más de 20 pavos en descargas.
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