A modo de sketchs, el metraje muestra la rutinaria vida de una típica familia de clase media japonesa, los Yamada, compuesta por Takashi, el padre y cabeza de familia, Matsuko, abnegada madre dedicada a su familia, y sus dos hijos, el adolescente Noboru y la pequeña Nonoko que viven todos juntos en los terrenos propiedad de su abuela Shige. Durante toda la película, podremos ver episodios de su vida relatados con cierto aire cómico.
A los seguidores de Studio Ghibli les parecerá una película extraña: no hay castillos, criaturas mitológicas, ni siquiera una joven valiente y audaz defensora de la naturaleza con la que empatizar. Se trata tan solo de una sucesión de historias, de un estilo simple donde predominan los colores suaves, con una tranquilidad y reposo solo roto por algún momento divertido. Es una película difícil de ver y no acabar comparándola con otras del mismo estudio, para descubrir que esta es un mundo aparte. Quizás por ello Takahata fracasó totalmente en taquilla, que aun recuperando la inversión no consiguió recaudar los esperado, convirtiéndose en uno de los primeros fracasos en taquilla de Ghibli.
Resumiendo, Mis vecinos los Yamada es una película tranquila, excesivamente tranquila, que acaba cayendo en la monotonía y aburrimiento, pero aún así se trata de una película peculiar que, personalmente, aconsejaría ver, a fin de cuentas no deja de ser Ghibli.
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