Así que, sentado en mi habitual puesto de visionado de anime (o sea, la cocina y la televisión portátil), pude contemplar Susurros del corazón (o Murmuris del cor traducido al catalán), dirigida por Yoshifumi Kondô (primera y última película dirigida) y con guion de Hayao Miyazaki, estrenada en 1995, no llegó a España hasta el año 2009 de la mano de Producciones Aurum.
Susurros del corazón es una película de contrastes, quizá de las más mágicas que haya estrenado Ghibli, pero a la vez es la que menos utiliza el argumento de la fantasía, basándose en que la verdadera fantasía se halla en las personas normales, porqué en ellas se encuentra todo lo que es especial.
Ya el inicio es diferente a lo habitual: plano aéreo de la ciudad mientras suena una canción de fondo, Country Roads, de un estilo digamos... poco nipón. La primera impresión es que me equivoqué de película, que no era la que habían anunciado. Nada más lejos de la realidad, "Country Roads" tendrá una importancia notable en el desarrollo de la película y posterior final, culminando en una de las escenas clave del anime y de las que, seguramente, serán más recordadas.
El metraje narra la historia de Shizuku Tsukishima, una adolescente aficionada a la lectura y que se ha marcado el objetivo de pasar el verano leyendo libros y traduciendo canciones. Sin embargo, sus planes darán un giro al conocer a Seiji Amasawa, un aprendiz de lutier que trabaja en una vieja tienda de antigüedades.
Nos hallamos ante una película basada en la realidad cotidiana, convirtiendo cualquier decorado habitual (la ciudad, una lampara,...) en un lugar perfecto y tan mágico como cualquier otro lugar imaginario, empeñándose en que cada cosa que nos rodea tiene su encanto y magia especial.
Susurros del corazón nos narra una historia optimista, una llamada a la fuerza de la voluntad, a la capacidad de superación del ser humano, al logro de los retos propuestos y, obviamente, a la evolución que sufren las personas con cada una de sus metas propuestas.
A destacar la aparición del "Barón", una figura felina que posteriormente tendrá su protagonismo en Haru y el reino de los gatos.
Por mi parte comentar que, a pesar de la humanidad de la historia y de la esplendida composición musical de Shizuku cantando Country Roads, que yo definiría como uno de los momentos cumbre indiscutibles en la filmografía de los estudios Ghibli, no es de las que más me ha atraído, pero a pesar de todo reconozco que se trata de una obra maestra y que valió la pena el haber dedicado un tiempo a su visionado.
Y puesto que he hablado tantas veces y dejado en tan buen lugar, Country Roads, creo que lo mejor forma de acabar el post es visionando la escena al completo (en japonés, y por si quitan el vídeo dejo al final un enlace a MediaFire con la canción en formato MP4)...
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